martes, 4 de marzo de 2014

La alquimia en Al-Ándalus, madre de la homeopatía y la terapia floral


Para todo aquel que no lo sepa, la alquimia es una pseudociencia que perseguía la transmutación de los metales en oro  y la panacea universal, un medicamento mítico que curaría todas las enfermedades y prolongaría indefinidamente la vida. En resumen, una ciencia puramente destinada al enriquecimiento personal y la  salud eterna. Sin embargo, pese a su supuesto origen oscuro la alquimia fue una de las grandes precursoras de las ciencias modernas, especialmente la metalurgia y la química.

En definitiva los alquimistas estudiaban las propiedades y los temperamentos de todas las cosas; a parte de los minerales se interesaban también por restos de seres vivos:  huesos, plumas, pelos, excrementos etc. Creían fervientemente que sometiendo la materia a determinados procedimientos (sublimación, calcinación,   liquefacción…)obtendrían una sustancia natural llamada “elixir”, que en cierta cantidad tendría el poder de transformar en oro puro metales como el plomo,  el estaño o el cobre. Sin embargo, muchos autores musulmanes del medievo dieron a la alquimia un significado mucho más amplio. En algunos títulos, la expresión Kimiyá alsa´áda, deja a un lado la metamorfosis de los metales e implica más una idea de transmutación del alma humana en pos de la felicidad eterna.

No se conoce con exactitud el origen de la alquimia, ya que se encuentran referencias tanto en el pensamiento griego, como el hindú, el chino y el árabe. Lo que sí está claro, es que con los viajes de los andalusíes por Oriente esta ciencia sagrada llegó pronto al territorio español, donde se desarrolló sobremanera la Alquimia Vegetal que es, a grandes rasgos, el origen de la homeopatía y la terapia floral.  Se basa en la creencia de que salud y enfermedad provienen de una misma raíz, es decir, creen que lo que nos hace enfermar también debe curarnos. Es por eso que se basa en el uso de plantas medicinales para curar por símiles, y no por opuestos como hace la medicina alópata tradicional, aunque ésta última también se desarrolló en la península.

Gracias a gobernantes como Abderrahman III, cuyo reinado supuso una época de paz y sobre todo de conocimiento, surgieron grandísimos eruditos como Ibn Habib, el primer andalusí en publicar un libro de alquimia, “Compendio de medicina”.  Pero esta escuela medicinal, que ya el propio Hipócrates señaló como preferible según su experiencia,  se desarrolló unas veces a la luz del día y otras en medio de la mayor prudencia y hermetismo posibles.


Porque ese amor a la tolerancia y al conocimiento se vino abajo con gobernantes como el oscuro Almanzor, aquel bárbaro militar que destruyó los valores que los grandes califas eruditos habían implantado con la constitución del Califato andalusí. Los alquimistas, perseguidos y castigados, se repartieron por los reinos de taifas, divulgaron sus conocimientos desde la clandestinidad y no fueron pocos los grandes sabios que dejaron la huella de su pertenencia alquímica: Ibn Masarra, Ibn Yulyul, Averroes, Avempace, Ibn Tufayl, Al Bitruyi, Maimónides, Ben Ezrá, Ibn al Jatib, Ibn Sabáin, y un largo etcétera cuyos libros son auténticos vademécum homeopáticos.

Pero, ¿por qué no se reconoce el papel tan fundamental que jugó Al-Ándalus en el origen de una técnica tan de moda en la actualidad?
Samuel Hahnemann, que es considerado el fundador de la homeopatía en el s. XVIII, se sirvió solo de una pequeña parte de los conocimientos alquímicos de los andalusíes para que no lo persiguieran. Sí,  así nos han limitado los absurdos y brutales prejuicios que la inquisición nos ha dejado contra un mundo que ni siquiera conocemos.

Aún así, muchos eruditos a lo largo de los siglos han cultivado los criterios de curación por símiles y, a día de hoy, la homeopatía prevalece y cuenta con gran reconocimiento en todo el mundo. Es una medicina que no va solamente al cuerpo, sino también a la mente y al mundo emocional. Es decir, la medicina alópata se centra en el efecto mientras que la homeopática va a la causa, personalizando los remedios en el llamado “terreno del paciente”.  Es la medicina del alma de la que ya hablaban Pitágoras y Maimónides,  y que dicho alto y con orgullo, creció y se desarrolló en nuestro Al-Ándalus.


1 comentario:

  1. Uno de los artículos más interesantes que he leído. Me ha gustado mucho el enfoque de la alquimia vegetal como predecesora de la homeopatía y desconocía la técnica de curación por símiles. Es un tema que da mucho juego y lo relacionas muy bien con la actualidad.
    Un post muy completo, bien argumentado y ameno. Enhorabuena.

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