Dado el profundo interés que los musulmanes daban a la limpieza y la estética, el siguiente
artículo se centrará en la vestimenta que utilizaban los árabes durante la ocupación
en el territorio hispano.
La moda andalusí resulta un arte en sí misma. Los tejidos
que se utilizaban abarcaban la seda, el algodón, el lino, la lana…y se caracterizaban por grandes y
repetitivos diseños que podían ser extremadamente complejos en la diversidad de
sus motivos, basados a menudo en círculos. Sus elementos podían incluir figuras
humanas y animales, motivos vegetales, figuras geométricas y palabras escritas
en caracteres cúficos.
Los hombres podían escoger dos tipos de túnicas: una corta
con una falda comparativamente ancha y mangas estrechas (en árabe Al-Shaya) o una vestimenta larga hasta
el suelo con anchas mangas (en árabe Al-Jubba).
La primera se prefería para cazar, para la cetrería, los torneos y otros
deportes activos de exterior, donde una vestidura larga hasta el suelo sería un
engorro. La jubba, por otra parte, se
vestía para las ocasiones en la corte, fiestas, música y
poesía.
Las mujeres también vestían la shaya y jubba aunque la shaya estaba probablemente relegada a las mas pobres, las de la clase trabajadora. Entre la población femenina también se utilizaba mucho el Iznar, una envoltura grande, de forma rectangular, que podía cubrir o envolver el cuerpo de varias maneras, o la Malhafa, otro tejido más pequeño y menos pesado que el anterior destinado a la cabeza y los hombros.
Las mujeres también vestían la shaya y jubba aunque la shaya estaba probablemente relegada a las mas pobres, las de la clase trabajadora. Entre la población femenina también se utilizaba mucho el Iznar, una envoltura grande, de forma rectangular, que podía cubrir o envolver el cuerpo de varias maneras, o la Malhafa, otro tejido más pequeño y menos pesado que el anterior destinado a la cabeza y los hombros.
En cuanto al velo facial, los hombres de determinada
ocupación o etnia llevaban un velo en la cara: soldados montados,
guardias armados y algunas tribus bereberes se velaban, bien con una de las
tiras del turbante que pasaban bajo su barbilla o con la cola del turbante
dando una vuelta alrededor de la cara. En cambio, las damas nobles y las
mujeres de la rica burguesía velaban sus caras con el khimar siempre que dejaban la casa, o cuando la compañía no era exclusivamente femenina. El khimar era un paño de gasa que sólo
cubría la parte inferior de la cara y probablemente se ataba tras la cabeza. Se
quitaba en tiempos de duelo o en reuniones de mujeres o a veces incluso en
grupos mixtos dentro de la casa, para escándalo de los eruditos.
En aquella época, algunas mujeres no se cubrían el rostro en absoluto, dependiendo de su estatus social, profesión o etnia. Por ejemplo, no había caras veladas entre las mujeres de las clases bajas, vendedoras ambulantes del mercado, damas de dudosa reputación y esclavas.
En un principio, el velo poco tenía que ver con la religión y si bien era común
que las mujeres se cubrieran el rostro, ha sido en siglos posteriores cuando
esta práctica se ha radicalizado. Según algunas fuentes, eran las propias
mujeres las que vestían el velo por gusto como un símbolo de no sumisión y de
dignidad (por supuesto, en el contexto de aquella época), pero ha acabado por
convertirse justamente en lo contrario. La controversia que genera este tema en
la actualidad es tremenda y en occidente se ha creado un rechazo a semejante
muestra de machismo. Sin embargo, el velo no sólo tiene un significado religioso; muchas mujeres lo visten como símbolo cultural, por voluntad propia o como
herencia de sus familias.
A los usos religioso y cultural se añade el actual uso
por tendencias. Las modas se extraen de las culturas, y por ello muchas
jóvenes habitantes de países árabes usan los velos, vistiéndolos de forma alegre y desenfadada.
El problema surge con la generalización, la falta de
conocimiento y el rechazo fácil a aquellas costumbres que ignoramos. Al final no dejan de ser prendas que
son tradiciones culturales, más que imposiciones sociales y desde aquí
reivindico la libertad de las mujeres para vestirse por sí mismas. Nadie puede
ni debe obligar a una mujer a cubrirse, ya sea por religión o por cultura, si
ella no quiere hacerlo. Pero del mismo modo, nadie la puede obligar a cambiar
su forma de vestir, y menos si algo tan antiguo como el velo es un gusto y no
algo impuesto.
Muy interesante y bien escrito. Me ha gustado mucho el enfoque del velo no desde el punto de vista religioso sino ligado a la voluntad de las mujeres.
ResponderEliminarQuizás hubiera quedado un poco más completo si hubieras incluido algún testimonio de chicas que visten el burka en la actualidad, pero en general me gusta mucho cómo has resumido la información y que te hayas servido de tantas palabras árabes para enriquecer el texto. Como apunte, podrías incluir un anexo con todo el vocabulario que has utilizado en el blog con sus respectivos significados.