sábado, 7 de junio de 2014

"Al-Ándalus volverá a ser un califato islámico"



El día 15 de mayo de 2014 la Cadena Ser emitió una entrevista por Ana Terradillos en exclusiva a los salafistas de Osbat al-Ansar, quienes aseguraban que Al-Ándalus volvería a ser un Califato Islámico. En un período de crisis económica, moral y política global, este tipo de afirmaciones y radicalizaciones aumentan hasta convertirse en un auténtico peligro para la humanidad y, personalmente, creo que la pobreza tanto económica como educacional influye de manera radical en que las personas formen grupos cuya excusa pueda ser la religión, la política o la clase social con el único propósito de implantar el miedo para intentar liberar así sus frustraciones y miserias.

Osbat al-Ansar es un grupo salafista radical muy activo que defiende una interpretación pura del Corán. Para ellos, el Islam no tiene que ver solamente con el ámbito espiritual, sino también con el ámbito político y social. Así, buscan  fines políticos y perseguir la instalación del Califato Islámico a través de la violencia.  Precisamente por esto, pretenden recuperar Al-Ándalus. Hay que decir que el salafismo se origina a finales del siglo XIX y su referencia son los wahabitas, cuyo interés se centra en lo que el Islam autoriza o prohíbe, además de estar a la vanguardia de la ciencia y de la tecnología como se ha comprobado tras los últimos atentados contra el norte de Israel emprendidos por este grupo terrorista.

El líder de Osbat al-Ansar, Abu Sharif, explicaba que el objetivo de su grupo es volver al estado del Califato Islámico: "Necesitamos volver al estado que el profeta Mahoma nos dejó. Los cristianos, los judíos y los musulmanes nunca han vivido en paz excepto con un fuerte estado islámico y por eso necesitamos volver al Califato. Los judíos fueron asesinados en Europa y sólo han encontrado la paz cuando han vuelto a Palestina. Por eso nuestro objetivo es volver al estado islámico y recuperar Palestina".

 Entre sus  objetivos entra, como ya hemos dicho antes,  la reconquista del Al-Ándalus. Según Sharif, "fue un área islámica y muchas ciudades europeas tienen la cultura y el arte de Al-Ándalus. Cuando los líderes musulmanes empezaron a separar Al Ándalus, enpezaron a no ser fuertes y los cristianos volvieron, por eso los líderes actuales tienen que aprender la lección de lo que pasó". Otra de las declaraciones de Sharif ha sido: "Si tú estás vivo te encontrarás que tu vida es más confortable bajo un estado islámico. Y si tú no estás vivo serán tus hijos los que vivan bajo la autoridad islámica, y la vida será más confortable que ahora y más segura en la seguridad y en las finanzas. Y vosotros los cristianos y nosotros los musulmanes viviremos bajo la autoridad islámica".

 Resulta surrealista que en pleno siglo XXI sigan activas redes terroristas con semejantes intenciones.  A lo largo de la historia, todas las culturas se han ido enfrentando y fusionando sucesivamente, todos nos hemos enriquecido y hemos construido un mundo mucho más tolerante de lo que era. Pero aún hay gente dispuesta a imponerse sobre los demás sin reparos a usar la fuerza.  Gente preparada para morir, y sobre todo para matar por un fin incoherente. ¿No dice el líder de esa asociación que busca la paz, el comfort y una vida mejor para todos? Pues yo considero que nada de eso será verdad con métodos tan viles como los que están dispuestos a emplear. Quieren imponer una autoridad y  afirman que regalan libertad.

Y para colmo, asociaciones como ésta generan una visión extremista del mundo islámico. Tendemos a asociar esas ideas descabelladas con toda una cultura, sin contar con que son grupos de personas los que radicalizan su religión y se embarcan en cruzadas que solo traen miseria, dolor y muerte. Esas son las personas a las que hay que censurar, y no a toda una raza por unos pocos locos que no entienden el verdadero significado de su historia.

Indumentaria Andalusí


Dado el profundo interés que los musulmanes daban a  la limpieza y la estética, el siguiente artículo se centrará en la vestimenta que utilizaban los árabes durante la ocupación en el territorio hispano.

La moda andalusí resulta un arte en sí misma. Los tejidos que se utilizaban abarcaban la seda, el algodón, el lino, la lana…y  se caracterizaban por grandes y repetitivos diseños que podían ser extremadamente complejos en la diversidad de sus motivos, basados a menudo en círculos. Sus elementos podían incluir figuras humanas y animales, motivos vegetales, figuras geométricas y palabras escritas en caracteres cúficos.

Los hombres podían escoger dos tipos de túnicas: una corta con una falda comparativamente ancha y mangas estrechas (en árabe Al-Shaya) o una vestimenta larga hasta el suelo con anchas mangas (en árabe Al-Jubba). La primera se prefería para cazar, para la cetrería, los torneos y otros deportes activos de exterior, donde una vestidura larga hasta el suelo sería un engorro. La jubba, por otra parte, se vestía para las ocasiones en la corte, fiestas, música y poesía. 

Las mujeres también vestían la shaya y jubba aunque la shaya estaba probablemente relegada a las mas pobres, las de la clase trabajadora. Entre la población femenina también se utilizaba mucho el Iznar, una envoltura grande, de forma rectangular, que podía cubrir o envolver el cuerpo de varias maneras, o la Malhafa, otro tejido más pequeño y menos pesado que el anterior destinado a la cabeza y los hombros.

En cuanto al velo facial, los hombres de determinada ocupación o etnia llevaban un velo en la cara: soldados montados, guardias armados y algunas tribus bereberes se velaban, bien con una de las tiras del turbante que pasaban bajo su barbilla o con la cola del turbante dando una vuelta alrededor de la cara. En cambio, las damas nobles y las mujeres de la rica burguesía velaban sus caras con el khimar siempre que dejaban la casa, o cuando la compañía  no era exclusivamente femenina. El khimar era un paño de gasa que sólo cubría la parte inferior de la cara y probablemente se ataba tras la cabeza. Se quitaba en tiempos de duelo o en reuniones de mujeres o a veces incluso en grupos mixtos dentro de la casa, para escándalo de los eruditos. 

En aquella época, algunas mujeres no se cubrían el rostro en absoluto, dependiendo de su estatus social, profesión o etnia. Por ejemplo, no había caras veladas entre las mujeres de las clases bajas, vendedoras ambulantes del mercado, damas de dudosa reputación y esclavas.


En un principio, el velo poco tenía que ver con la religión y si bien era común que las mujeres se cubrieran el rostro, ha sido en siglos posteriores cuando esta práctica se ha radicalizado. Según algunas fuentes, eran las propias mujeres las que vestían el velo por gusto como un símbolo de no sumisión y de dignidad (por supuesto, en el contexto de aquella época), pero ha acabado por convertirse justamente en lo contrario. La controversia que genera este tema en la actualidad es tremenda y en occidente se ha creado un rechazo a semejante muestra de machismo. Sin embargo, el velo no sólo tiene un significado religioso; muchas mujeres lo visten como símbolo cultural, por voluntad propia o como herencia de sus familias.


A los usos religioso y cultural se añade el actual uso por tendencias. Las modas se extraen de las culturas, y por ello muchas jóvenes habitantes de países árabes usan los velos, vistiéndolos de forma alegre y desenfadada. 



El problema surge con la generalización, la falta de conocimiento y el rechazo fácil a aquellas costumbres que ignoramos.  Al final no dejan de ser prendas que son tradiciones culturales, más que imposiciones sociales y desde aquí reivindico la libertad de las mujeres para vestirse por sí mismas. Nadie puede ni debe obligar a una mujer a cubrirse, ya sea por religión o por cultura, si ella no quiere hacerlo. Pero del mismo modo, nadie la puede obligar a cambiar su forma de vestir, y menos si algo tan antiguo como el velo es un gusto y no algo impuesto.

Vida andalusí, los Baños


Para los musulmanes el agua estaba presente en todas partes, en las curtidurías y alfarerías, en los baños públicos, en el entorno de las mezquitas, así como en las propias casas y huertos.

Los lugares destinados al baño, bastante numerosos, ocupaban un lugar destacado en la vida cotidiana de la población andalusí. Los había públicos y privados, lujosos y humildes, pero todos proporcionaban a sus usuarios la necesaria higiene personal y espiritual, además de ser lugares de encuentro y reunión. Hombres y mujeres se alternaban en su uso y disfrute siendo esta actividad una de las escasas oportunidades que la mujer andalusí tenía para relacionarse y salir del entorno doméstico.

Están divididos en una serie de estancias en las que la temperatura varía de forma progresiva. La diferente temperatura se consigue mediante una conducción subterránea de aire calentado por grandes calderas de leña. Las bóvedas horadadas por lucernas de formas geométricas proporcionaban luz, creando un ambiente tenue y acogedor. Se abrían y cerraban para regular el vapor de las salas.

Con frecuencia los baños se abastecían del agua de los aljibes (depósitos de agua para consumo vecinal). En el barrio del Albaicín de Granada se conserva casi intacta la red de aljibes andalusí que se mantuvo en uso hasta la instalación del agua corriente en los años cincuenta.


El hammam era lugar de reunión pública; por las mañanas abierto a los hombres y por las tardes reservado exclusivamente a las mujeres. Suponía un acontecimiento social como hoy podrían serlo las reuniones sociales en un selecto club. Muchas de las intrigas políticas que cambiaron el rumbo histórico de al-Andalus se gestarían en algún baño, así como muchos enredos amorosos y cotilleos públicos saldrían de estas reuniones.
Los baños fueron muy numerosos en al-Andalus. En cada ciudad, aparte de los  privados, había un gran número de baños públicos. Se calcula que debió haber de 300 a 600 en la Córdoba del siglo X, y también debió de haber muchos baños en Granada, Sevilla, Jaén, Toledo, Valencia y otras ciudades, a juzgar por lo que van revelando las excavaciones arqueológicas.

El papel del baño en la concepción islámica es esencialmente el de la limpieza, o de purificación de la suciedad, ya que el devoto musulmán no puede acudir a su mezquita ni cumplir con sus oraciones preceptivas sin haberse limpiado antes, esencialmente con agua.


A parte de los baños, los musulmanes utilizaban gran cantidad de productos destinados  el embellecimiento personal. Pastas depilatorias, alheña (henna) para teñir el cabello o decorar manos y pies, sulfuro de antimonio para el perfilado de ojos y así realzar la mirada, gomas de mascar para perfumar el aliento, corteza de nuez para tintar labios y encías…constituían un auténtico arsenal cosmético para el cuidado y la belleza de la mujer andalusí. 

En la actualidad pueden visitarse muchos de los baños que se construyeron en la época, y algunos han sido reformados y puestos en funcionamiento. Además, muchos de los productos estéticos de los anteriormente nombrados, como la henna o las pastas depilatorias siguen utilizándose con composiciones esencialmente iguales a las de los siglos de invasión.

Tren Al-Ándalus



Ya se puede hacer un viaje turístico que recorre la región de Andalucía. El tren, que se llama el Al-Ándalus Expreso, fue inaugurado originalmente en los años ochenta por RENFE, cuando los coches han sido restaurados con muchísimos detalles y mucha precisión, y ahora vuelve otra vez con el nombre: Tren Al-Ándalus

El aparato cuenta con cuatro salones, todos construidos entre 1928 y 1930, que tienen paralelismos con la historia de al-Ándalus. Se llaman: Alhambra y Gibralfaro (un coche-salón de te), Giralda, y Medina Azahara (un coche-bar).
Rodrigo Hilario, Director de Estrategia y Renfe Viajeros, explica que “el 70% de nuestros clientes son extranjeros, por lo que esto es una manera de transmitir el patrimonio español y también de poner en valor la belleza de nuestra cultura a través de una experiencia única a bordo de un tren.”
Según el ABC, es uno de los ferrocarriles turísticos más lujosos y espaciosos del mundo. El periódico explica que: “Las tarifas del Al-Ándalus abarcan desde los 2.040€ por persona para 4 días y 3 noches en temporada baja, hasta los 3.740€ por persona para 6 días y 5 noches en temporada alta (viajes que inician su salida en mayo, junio y septiembre). Aparte de un confortable alojamiento, el billete incluye una exquisita propuesta gastronómica, así como desplazamientos en autobús y guías personales para las diferentes excursiones programadas que tengan lugar fuera de las vías.”
“A los clásicos recorridos, por tierras andaluzas, y el «Itinerario Ibérico» que une Madrid con Zaragoza pasando por enclaves históricos de Castilla y León y Navarra, hay que añadir en 2014 la «Ruta Extremeña» que partirá desde Sevilla allá por el mes de junio. El «Camino de Santiago» es otra nueva propuesta que iniciará su andadura, entre León y La Coruña, coincidiendo con la festividad del Apóstol. Como broche a la ampliación del catálogo aparece la «Ruta del Vino Ribera del Duero-Rioja», que ofrece la oportunidad de visitar sus viñedos y prestigiosas bodegas,” añade ABC.
Por Andalucía, el tren visita desde la Alhambra hasta la Giralda en seis días.  El tren se llama Al Ándalus y su nombre histórico rememora aquella España musulmana tan olvidada con los pequeños contrastes que ha provocado el tiempo. No sólo es que el espíritu belle époque decore sus vagones restaurados de los felices años veinte en un ambiente de lujo y confort que choca con el empobrecimiento material y el espíritu alicaído de la crisis que asoma tras las ventanillas del convoy. El aroma de contracorriente que impregna este viaje del Al Ándalus por tierras andaluzas alcanza muchas otras dimensiones hasta convertir en divertidamente anacrónica esta aventura ferroviaria de otra época.


Resulta un viaje tremendamente enriquecedor tanto cultural como geográficamente que visita lugares que son el icono de una cultura que convivió con la nuestra por un periodo de ocho siglos, dejándonos monumentos de valor incalculable que animo a descubrir a todo aquel que quiera conocer un trocito de nuestra historia.

Al-Ándalus, fusión social y convivencia.



A lo largo de la historia de la humanidad los enfrentamientos entre culturas han sido episodios demasiado frecuentes. A día de hoy, muchos países siguen sufriendo los destrozos de la guerra y parece que no hemos sido capaces de aprender a convivir unos con otros con respeto.  Sin embargo, también se han vivido episodios de paz y convivencia, y durante la ocupación musulmana tres culturas se fusionaron y coexistieron varios siglos formando una sociedad harto compleja,  que vamos a desmembrar en este artículo.

El islam sólo reconoce una clase social, la umma o comunidad de creyentes. En la umma, teóricamente, todos los creyentes son iguales y tienen las mismas obligaciones y derechos, si bien los juristas islámicos hacen una distinción entre libres y esclavos. La esclavitud fue una práctica abundante y duradera, que se ha prolongado hasta nuestros días.
En las zonas conquistadas por los musulmanes, donde existía una población con un libro revelado (cristianos y judíos) que se sometían mediante un pacto, éstos no formaban parte de la umma.  Aunque quedaban protegidos, pertenecían a una sociedad jurídicamente inexistente, pero podían conservar sus jueces y ritos.   Por un lado estaban los hispanovisigodos, ya mezclados con los hispanorromanos, los judíos, los árabes y bereberes, los conversos y, por último, las minorías de esclavos y marginados.

Recibieron el  nombre de “mozárabes”  los hispanorromanos e hispanovisigodos cristianos que vivieron bajo la dominación árabe.  Éstos pudieron sus riquezas, sus instituciones, su nobleza y su Iglesia. También mantuvieron vigentes sus ritos y sus edificios de culto, aunque no pudieron construir otros nuevos, ni arreglarlos, lo que implicó un progresivo deterioro de las iglesias.
Los mozárabes eran un porcentaje elevado de la población, tanto en el campo como en la ciudad, sobre todo durante la época omeya. Luego la población fue disminuyendo, fueron perseguidos y expulsados. Los mozárabes debían pagar tributo a un conde cristiano, el cual pagaba sus impuestos a la jerarquía musulmana. En el campo los mozárabes eran dueños de minifundios de subsistencia, en condiciones similares a la de los pequeños propietarios musulmanes. En las ciudades eran artesanos, burgueses o pertenecían a la nobleza o al clero. En las ciudades no viven, necesariamente, en guetos ni en barrios apartados.

Por otro lado, los judíos fueron una minoría muy influyente en  al-Ándalus, aunque se ignora su número. Su papel social era notablemente destacado y solían ser ricos y cultos. Vivieron fundamentalmente en las ciudades, los agricultores judíos debieron ser muy pocos. En las ciudades fueron artesanos y burgueses, y tuvieron las mismas condiciones sociales que los mozárabes. Sin embargo, la discriminación contra ellos debió ser mayor, a pesar de que su grado de islamización fue más profundo. Usaban cotidianamente el árabe para hablar; el hebreo sólo lo empleaban en la liturgia y a diferencia de los mozárabes vivieron en barrios apartados, las juderías.

Los muladíes fueron la mayoría de la población andalusí. Eran los conversos cristianos al islam y sus descendientes. Algunos de ellos fueron nobles visigodos que consiguieron medrar en la sociedad andalusí; como los Banú Qasi de Zaragoza.En su mayoría fueron campesinos que fueron sometidos a la servidumbre a pesar de ser parte de la umma. Pertenecieron a todas las clases sociales y a todos los oficios, y vivieron tanto en el campo como en la ciudad.


A pesar de haber sido una sociedad estamental como la cristiana, durante siglos la tolerancia fue considerablemente mayor que tras la reconquista. Este aspecto es muy importante para todo aquel que considere la invasión como una catástrofe nacional, pues a parte del enriquecimiento cultural que nos aportaron y dejando a un lado las injusticias y guerras que se sucedieron (como en todas las culturas de manera recurrente), formaron una sociedad considerablemente respetuosa para la época que vivieron.

Caligrafía Andalusí



La sala de exposiciones CasAmérica recoge estos días una exposición que reúne la obra de 57 artistas contemporáneos árabes que tienen en común la caligrafía como elemento central de sus obras.
Esto me hace pensar en cuán importante ha sido el elemento árabe en nuestro idioma actual. Aún sí, la caligrafía arábiga difiere de la occidental en dos modos distintos y fundamentales.  Por un lado, no surgió como un medio utilitario de comunicación entre los hombres sino como un medio sagrado de comunicación directa con Dios. De esta manera, una escritura que apenas había evolucionado antes de mahoma, se transformó en menos de cien años en un elemento majestuoso que se convirtió en la herencia de todos los pueblos islámicos, no solo en los libros sino también en la decoración arquitectónica y demás formas de arte.

Es el arte de la escritura bella. Es la manifestación artística más importante  porque escribir es dar forma a la palabra de Dios. La escritura árabe tiene una doble función: ornamental e iconográfica. Es el equivalente a las imágenes sagradas del arte cristiano, el medio por el que se transmite el mensaje divino. El contenido de estas inscripciones es variado: versículos del Corán, mensajes piadosos, datos sobre sí mismas, textos poéticos, buenos deseos para el poseedor del objeto... Hay dos tipos: cúfica y nasjí. La primera es mayúscula, de gran tamaño y rasgos angulosos con  letras sobrias y rectas. La escritura nasjí sin embargo es la escritura ordinaria, cursiva, de gran flexibilidad y fluidez. A partir de estos tipos básicos se crean variantes, que difieren según el área geográfica y la cronología.


 La segunda diferencia reside en la composición gramatical de la escritura árabe. Tanto ésta como la latina son alfabéticas, pero mientras que las letras latinas constituyen unidades separadas, en la escritura arábiga forman parte de una unidad, además de moverse en sentido horizontal de derecha a izquierda.

Durante los siglos de ocupación, surgió en Al-Ándalus un dialecto del idioma árabe que, a pesar de ser una lengua muerta en la actualidad, aún se utiliza en la música andalusí y ha ejercido una importante influencia en dialectos de ciudades como Tetuán, Fez, Rabat, Tánger, Nedroma y Argel. Tuvo también cierto efecto sobre el romance andalusí que surgió posteriormente y consecutivamente en el castellano, el catalán, el gallego y el dialecto árabe marroquí.
La escritura de Al Ándalus, caracterizada por ser una caligrafía elegante con rasgos cuadrados, se basó en la influencia de Qayrawan. Entre los grandes calígrafos, cabe citar a Ibn Gattus, valenciano, coetáneo de Alfonso IX de León, al que se atribuyen 1000 copias del Corán. Otro nombre famoso es el de la andalusí Aisha ibn Ahmad, que poseyó en el siglo X una extraordinaria biblioteca.



Ya más adelante en el tiempo habría que nombrar a Ibn Muqla (866-940), el gran impulsor de la caligrafía cursiva posterior y autor del libro Tratado de la ciencia de caligrafía y el cálamo, en el que mostró su maestría en temas como la fabricación de tintas, cálamos y ejercicios para escribir las letras en diferentes estilos.

La herencia del regadío andalusí



En la literatura andalusí existen numerosas apariciones y menciones del agua relacionada con lluvia, surtidores, ríos, acequias, norias, albercas, etc., y es que los musulmanes desarrollaron una grandiosa tecnología en campos como la hidráulica, sistemas de captación, canalización y almacenamiento, además de ingenios y mecanismos, algunos vigentes aún en la actualidad.

El desarrollo tecnológico y científico de los musulmanes hispanoárabes les permitió adoptar y adaptar diversos medios y recursos técnicos para la prospección, captación, elevación, almacenamiento, distribución y uso de aguas. Esto supuso un desarrollo del regadío esencial para la agricultura hasta el punto de que fue el motor de una importante revolución agrícola en el siglo XI.

Sirviéndose de los sistemas de riego romanos que se conservaban y utilizando las , técnicas orientales que conocían, los andalusíes pudieron lograr un excepcional aprovechamiento del agua,  y en la actualidad el contenido etimológico para designar obras hidráulicas o de riego son, en su mayoría, de origen árabe.

Los dos sistemas de regadío tradicionales todavía vigentes a día de hoy también provienen de la época musulmana, además de las canalizaciones del agua o acequias, por las que corría el agua de los ríos o de los manantiales, sirviéndose de los desniveles del suelo. En la utilización de las aguas fluviales emplearon los azudes o presas, y los alquezares o cortes.

A partir del siglo X se extendió por toda la geografía de al-Andalus el uso de norias accionadas por energía hidráulica "naura" destinadas a la elevación de agua, el manejo de molinos para la industria textil y la fabricación del papel.

Para captar aguas subterráneas se utilizaron pozos y, quizá lo más conocido y relevante de las canalizaciones de agua en el mundo árabe, el famoso qanä que consiste, básicamente, en unas galerías subterránea perforadas aplicando técnicas orientales, por las que se conduce el agua desde un pozo madre que la capta desde las capas freáticas y que está provista de unos respiraderos o pozos de ventilación cada cierta distancia. Es una técnica conocida desde muy antiguo en al-Andalus, introducida por los Omeyas, y abundante en muchas zonas de Mallorca, Madrid y Alicante, donde los arquitectos o expertos se servían de los zahoríes para detectar la localización de las aguas subterráneas.

Para la distribución del agua de regadío se desarrollaron complejas y extensas redes de acequias que se subdividían sucesivamente en conducciones menores siguiendo una estructura arborescente alcanzando grandes extensiones de regadío intensivo.
La clave para aumentar la superficie era el aprovechamiento óptimo de los recursos existentes, y en esta línea, en las zonas donde los recursos eran más escasos, las aguas de los baños eran reutilizadas después para el riego. Tal es el caso de los baños de Alhama de Murcia, que ya a mediados del siglo XIII servían para regar las tierras de la alquería,  práctica que se ha mantenido hasta el siglo XX.

La importancia social y económica del agua exigió, lógicamente, una normativa o regulación jurídica, la prevención o solución de conflictos relacionados con ese preciado y escaso bien, eran de suma importancia para los andalusíes. Las cuestiones de riego,  reparto y distribución de las aguas formaba parte de lo que en el derecho  se denominaba furü al-fiqh.


El Tribunal de las Aguas de Valencia se remonta a la época Califal de al-Ándalus  y desde su instauración siempre se rigió por el principio de que el agua es un bien común e inseparable de la tierra, máxima que los musulmanes hispanoárabes trataron de transmitir a la posteridad a través de rigurosos métodos para conservar un bien tan preciado.